VIENDO LOS MILAGROS. Gálatas 3:5 leemos: «Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?». En otras palabras, Dios es el único que nos provee de Su Espíritu, y Su poder sobrenatural aún se encuentra realizando milagros entre nosotros. Amados usuarios y usuarias atas 3:5 leemos: «Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?».
En nuestras vidas
nunca sabemos cuántos milagros vamos a necesitar. Un milagro no es la
suspensión de una ley natural sino la implementación de una ley superior. Una
vez, un gran hombre de Dios declaró que los milagros pasan cerca de nosotros
todos los días. Y yo estoy aquí para
decirle que ya es hora de que esto cambie. Es tiempo de que los milagros dejen
de pasar cerca de nosotros y se comiencen a manifestar en nuestras vidas, en
nuestros hogares, en nuestras familias, en nuestros negocios o trabajos, en
nuestras iglesias y en nuestras comunidades. Llegó el momento de que esperemos
milagros todo el tiempo, que estemos a la expectativa de lo extraordinario que
Dios realizará… y que rechacemos la naturaleza pervertida. En Jueces 6:13,
Gedeón declaró lo siguiente: «…si Jehová
está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas
sus maravillas, que nuestros padres nos han contado…».Esa pregunta aún persiste
el día de hoy. En la Iglesia, en general, las personas no son testigos de los
milagros, tampoco los ven en su diario vivir. Entonces ¿dónde están todos esos
milagros? ¿En realidad existen? ¿Acaso Dios ya no está dispuesto a intervenir
en nuestras vidas?
Dios todavía es
Dios Mis hermanos y hermanas, los
milagros no suceden de la nada. Usted y yo debemos provocar que se manifiesten.
Debemos activarlos mediante nuestra cooperación con Dios. Sólo rindiéndonos a
Él, Su poder sobrenatural se manifestará a nuestro favor e invalidará las
circunstancias naturales que enfrentamos en esta vida.En Gálatas 3:5 leemos:
«Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros,
¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?». En otras palabras,
Dios es el único que nos provee de Su Espíritu, y Su poder sobrenatural aún se
encuentra realizando milagros entre nosotros.
Amados usuarios y usuarias El
término Dios significa: “Aquel que debe
ser adorado por tener habilidades sobrenaturales”. Profundicemos un poco más, y
descubramos qué quiere decir la palabra sobrenatural: “Lo que va más allá de la
ley y del poder natural”. Así que nos referimos a Quien debe ser adorado por
tener habilidades que van más allá de la ley y del poder de este mundo natural
en el que vivimos. Por esa razón, la Biblia se encuentra llena de escrituras
como Mateo 19:26, en la cual leemos: «…Para los hombres esto es imposible; más
para Dios todo es posible». Lucas 1:37: «porque nada hay imposible para Dios».
Marcos 9:23: «Si puedes creer, al que cree todo le es posible». La mayoría de personas en nuestro mundo
escogen vivir por sus propios recursos limitados e intentan vivir a su manera,
y no desean depender de Dios. Sin embargo, como creyentes, al momento que
decidimos ser cristianos, fuimos llamados a vivir en el reino donde todo es
posible. Dimos un paso de lo imposible para el ser humano (el reino natural), a
lo posible con el Dios todopoderoso (el reino sobrenatural).Es maravilloso que
hayamos tomado ese paso; mas según lo que estudiaremos, existen cosas que
necesitamos saber, y recordar de manera
continua; si queremos andar en este
ámbito milagroso con el Señor. Debemos permitirle ser Dios sobre nuestra vida.
¡No retenga su paz! Para comprender cuán
importantes somos, veamos un milagro que
se encuentra en Lucas 18, comencemos con los versículos del 35 al 39.Aconteció
que acercándose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino
mendigando; y al oír a la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello. Y le
dijeron que pasaba Jesús Nazareno. Entonces dio voces, diciendo: ¡Jesús, Hijo
de David, ten misericordia de mí! Y los que iban delante le reprendían para que
callase; pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!
Primero observe que el hombre ciego estaba mendigando. Si no aprendemos a
rendirnos al poder de Dios, Satanás hará que durante el resto de nuestra vida
mendiguemos. Y esto no debe ser así, pues nuestro Padre ya preparó cada
provisión en el cielo y en la Tierra para que no tuviéramos que mendigar ni un
día de nuestra existencia. Sinceramente, yo comparo a este ciego con muchos cristianos que no conocen los derechos
de su pacto; y como resultado, permanecen en la posición de un mendigo. “¿Acaso no deseas sanarme, Dios?”.Y ésa no es
nuestra posición en el pacto de sangre. Dios mismo nos declaró que debíamos
recordarle Su pacto (Isaías 43:26), y demandar Su poder. Tenemos el derecho a
vivir en sanidad, prosperidad y que nuestros hijos anden en los caminos del
Señor, ¡pues poseemos un pacto! Cuando el hombre ciego escuchó toda la
conmoción de la multitud que pasaba, él gritaba para saber qué estaba
sucediendo. ¿Qué le respondía a la gente?“¡Jesús de Nazaret está pasando por
aquí!”. Mi amigo, mi hermano, Jesús pasa todos los días , a nuestro lado. De
hecho, si usted es cristiano, Él se encuentra en su interior ahora mismo. No
obstante, si deseamos un milagro es necesario que actuemos. Debemos cumplir
nuestra parte. En este caso, el hombre ciego comenzó a gritar:«…¡Jesús, Hijo de
David, ten misericordia de mí!...».Después de suplicarle a Jesús; observe la reacción
de las personas que se encontraban a su alrededor. En el versículo 39 leemos
que las personas lo reprendían y le decían que se callara. Ahora, así como en
aquel entonces, las organizaciones religiosas han tratado de mantenernos
alejados de los milagros. Y lo sé, pues a mí me sucedió. Las tradiciones
religiosas me mantuvieron lejos del bautismo del Espíritu Santo y de la
sanidad. Quizá éstas me mantenían alejado del infierno; sin embargo, muy
alejado del cielo también.Entonces tenemos a un hombre ciego que “vio” su
milagro pasar; no obstante, los
religiosos no podían verlo. Sus ojos naturales no se los permitían; sin
embargo, el hombre ciego lo vio claramente en su espíritu, con los ojos de la
revelación. Y lo que él vio, los religiosos se lo negaron. Pero esto no lo
detuvo, él gritó más fuerte, y con más intensidad. Hemos visto que el hombre
ciego cumple su parte en este milagro, ahora estudiemos qué hace Dios: Jesús
entonces, deteniéndose, mandó traerle a su presencia; y cuando llegó, le
preguntó, diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que reciba la
vista. Jesús le dijo: Recíbela, tu fe te ha salvado. Y luego vio, y le seguía,
glorificando a Dios; y todo el pueblo, cuando vio aquello, dio alabanza a Dios.
—Lucas 18:40-43 En medio de una multitud
ruidosa, Jesús escuchó una voz distinta: la voz de la fe. Cuando la
escuchó, se detuvo. Jesús no ha cambiado, Él es el mismo (Hebreos 13:8). Cada
vez que Él escucha la voz de la fe, se detiene. Cuando alguien habla en fe,
llama Su atención. Él debe detenerse, pues se encuentra bajo órdenes divinas.
La voz de la fe demanda Su poder. Entonces una vez que pedimos que el poder de
Dios se manifieste, Jesús se detiene… pero ahora vea lo que Él hace: «…Jesús
entonces, deteniéndose, mandó…».
Cuando pedimos algo,
Dios da una orden a nuestro favor. Él libera poder sobrenatural para cambiar
las situaciones naturales y pervertidas, provocando que éstas se alineen con lo
que creemos. Su poder se somete a nuestra fe. Como ve, Dios mismo se ha
dispuesto para que nuestra fe lo controle a Él, así como también a todos Sus
recursos en el cielo. Usted y yo tenemos la habilidad de lograr que Dios y todo
el cielo obren; en cualquier momento: en el supermercado, en el carro, en la
casa, en el patio o en el trabajo.
Por tanto, Jesús no
pudo ir a ningún lado ese día, ni realizar nada más; sino hasta después de que
respondió a la voz de fe que clamaba por Él. Sólo reciba .Después de que el ciego fue traído delante
de Él, le preguntó: «… ¿Qué quieres que te haga?...». Observe que Él no dijo: “Permíteme ver qué
puedo hacer por ti”. O “Claro, deseo ayudarte, pero no te dejes llevar por la
emoción”. No, Jesús no le puso límites a su petición. De hecho, los límites
dependían del ciego. Entonces le pidió a
Jesús: «…Señor, que reciba la vista…». A lo que Jesús respondió:
«…Recíbela, tu fe te ha salvado». Recibir, sólo necesitamos recibir. Hoy en
día, los cristianos carecen de muchas cosas, pues no reciben —y no debería ser
así—. Como creyentes, tendríamos que gozar de tanta libertad, al punto que las
personas sean atraídas constantemente hacia nosotros. Y ¿por qué no? Si
nosotros poseemos algo que puede captar la atención de Jesús, el que obra
milagros, en cualquier momento… y por cualquier razón. Mi hermano y hermana,
Jesús se detuvo en Jericó el día que Él escuchó la voz de la fe. Esa voz lo
detuvo en su camino. No necesitó pensar u orar al respecto. Él no tenía opción,
debía responder; pero la clave fue la fe. Jesús no utiliza Su poder milagroso
al azar. Él necesita una invitación de fe. Si no la tiene, pasará de largo.
Muchos milagros se han alejado de nosotros, pues aunque Jesús se manifieste
entre nosotros lo hemos dejado pasar sin llamarlo con la voz de la fe que se
necesita para detenerlo. ¡Deténgalo! No permita que Jesús sólo pase a su lado.
Hable palabras de fe, llore, grite, hágalo con más intensidad si es necesario;
pero hágalo con ¡la voz de la Fe! Y una vez que Jesús se detenga, no retroceda.
No lo limite, o no se limite a sí mismo. Vaya y dígale lo que desea obtener de
Él. Luego reciba. Sí, nosotros le servimos a un Dios que obra milagros, y las
bendiciones del cielo se manifiestan en nosotros. Sin embargo, recibir su
milagro depende de usted. Por tanto, no permita que Jesús pase de largo.
¡Deténgalo!
Amigo, amiga tu que me
estas escuchando en esta mañana tu que no tienes al señor en tu corazón , tú
que aún no lo has confesado , te digo que hoy es tu día , hoy es el momento,
mañana puede ser tarde. Dios salva y nos da nueva vida, cambia la dirección de
tu vida confía en Cristo y confiésalo hoy como tu eterno salvador, dice la
palabra en Romanos 10:9,10y11 que si confesares con tu boca que Jesús es el
Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás
salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se
confiesa para salvación. Pues la
Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. Amigos,
amigas el cambio el rumbo de muchas
vidas incluyendo la mía, pruébame dice el señor. Si aceptaste la invitación del
señor repite conmigo esta breve oración “Señor Jesucristo, te necesito. Te abro
la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por perdonar
mis pecados. Toma el control del trono de mi vida. Hazme la clase de persona
que quieres que sea.”