lunes, 13 de febrero de 2012

SUFRIENDO GANAMOS EL CIELO


SUFRIENDO GANAMOS EL CIELO
Texto Clave: “Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará” (II Timoteo 2:12).
I. PRIMERO, SUFRIENDO CON JESÚS, Y SU RECOMPENSA.
El sufrimiento es el estado común de toda la gente. No es posible escaparse de ello. Llegamos al mundo sufriendo al nacer, y nos vamos del mundo sufriendo al morir. Como lo puso Job,
“El hombre nacido de mujer, Corto de días, y hastiado de sin sabores” (Job 14:1).
Nadie se puede escapar de los dolores y pruebas de la vida. De nuevo, leemos en el libro de Job,
“Como las chispas se levantan para volar por el aire, así el hombre nace para la aflicción” (Job 5:7).
Ya que el sufrimiento es el destino común de toda la gente en un mundo arruinado por el pecado, no significa necesariamente que serás recompensado por ello. Tal vez pases por gran dolor en esta vida, pero eso no te salvará de la ira venidera. Tal vez pases gran sufrimiento y aun estés perdido, porque:   “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3).
Así que ninguna cantidad de sufrimiento en la tierra podrá ayudar a la persona inconversa a entrar al Cielo.
El sufrimiento no es algo que solamente los cristianos experimentan. Tampoco quiere decir que el sufrimiento traiga recompensa. El texto muestra claramente que debemos sufrir con Él para reinar con Él. El sufrimiento que resulta en reinar con Jesús, tiene que ser sufrimiento con el Señor Jesucristo.
No debes pensar que estás sufriendo con Cristo si no estás “en” Cristo. Si no has venido a Cristo, tus sufrimientos en la tierra son solamente una muestra del sufrimiento eterno que experimentarás en el Infierno. Solamente cuando un hombre está “en” el Salvador por la conversión puede decir que su sufrimiento es en compañerismo con Cristo. ¿Estás en Cristo por una fe viviente en Él? ¿Estás confiando en Cristo solamente? Si no, cualquier problema o miseria que pases en la tierra, no tienes esperanza de reinar con Jesús en Su reino.
De nuevo, no debemos pensar que estamos sufriendo con Cristo si nos vienen problemas como resultado del pecado. Cuando Miriam habló mal de Moisés, y la lepra cubrió su cuerpo, ella no estaba sufriendo por Dios. Cuando Usías entró ilegalmente al templo, y se hizo leproso por el resto de su vida, no pudo decir que estaba sufriendo por causa de la justicia. Si deliberadamente pones tu mano en el fuego, y se quema, es la naturaleza del fuego quemarte. ¡Pero no seas necio jactándote de ser mártir! Si haces lo malo y sufres por ello, ¿qué recompensa tendrás? La veracidad y la honestidad deben detenernos de decir que estamos sufriendo por ser  cristianos, cuando en realidad sufrimos como resultado del pecado.
Debemos tener el espíritu de Cristo en nosotros o nuestro sufrimiento no es aceptable. Debemos seguir el ejemplo de Cristo y sufrir el reproche por la causa de Cristo. Solamente entonces hemos verdaderamente sufrido con Cristo.
Ahora pensemos en algunas de las maneras en que los buenos cristianos sufren con Jesús hoy. Están aquellos que sufren financieramente, por amor y obediencia a Cristo. Pensemos por un instante en aquellos pastores que están en la obra del señor a tiempo completo , en una iglesia en formación , donde ellos no poseen ningún empleo secular  y no hay entradas  por la carencia de congregantes,. O de  Cristianos que han perdido sus empleos simplemente porque sus patrones tuvieron prejuicios contra ellos ¡por ser buenos Cristianos! O de estudiantes en la escuela secundaria y en la universidad cuyas calificaciones fueron reducidas por maestros que los despreciaban por su fe en Cristo! ¡Ese es el sufrimiento mencionado en nuestro texto!
“Si sufrimos, también reinaremos con él” (II Timoteo 2:12).
Muchas veces, este sufrimiento  se transforma en, desprecio y burla. Algunos ven que otras personas en sus  trabajos  los desprecian, murmuran diciendo que son idiotas, necios engañados, porque creen en el Hijo de Dios. Hay un aguijón doloroso en particular, que causa sufrimiento a buenos cristianos jóvenes, cuando amigos en la escuela los evitan, y  maltratan  tras las espaldas, diciendo que son “raros” porque están con  Jesucristo. Aun en la casa, los verdaderos cristianos no pueden escaparse de las palabras de padres que son  de otras denominaciones  no Cristianas. Sus propios hermanos y hermanas los pueden llamar necios porque aman al Salvador. Esto también es el sufrimiento mencionado en el  texto,
“Si sufrimos, también reinaremos con él” (II Timoteo 2:12).
En tiempos como estos, tan llenos de prejuicio y odio hacia Jesús y Sus verdaderos seguidores, es cosa sabia recordar las palabras del Salvador, “Los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí”   (Mateo 10:36-38).
¿Por qué los incrédulos  no les gustan  los cristianos? Jesús dio la respuesta cuando dijo,
“Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece” (Juan 15:19).
Hubo una mujer  en Pakistán que se casó con un hombre que era cristiano. Él después se convirtió al Islam porque los musulmanes pueden tomar dos esposas. Cuando su primera esposa, una mujer Cristiana, rehusó convertirse al Islam, este Musulmán la apaleó con garrotes, “aplastando sus manos bajo las patas de la  cama.” Luego cuando ella quiso asistir a la iglesia, la apaleó y la encerró en un cuarto. En ese cuarto ella oraba, “Jesús, tú padeciste gran dolor por nosotros. Mi dolor no es nada. Dame valor. Jamás te dejaré”. Y también el caso de  una  joven Cristiana de 15 años en Indonesia que fue macheteada en la cara y en la nuca. Ella quedó desfigurada para el resto de su vida porque creía en Cristo.  En la India, un pastor fue casi matado cuando militantes Hindúes lo atacaron cuando predicaba sobre la resurrección de Cristo el Domingo de Pascua. .
En Colombia, en un caserío apartado de la ciudad un  pastor de una iglesia,  fue secuestrado por los guerrilleros   los cuales  le  llevaron a un puente y lo asesinaron  por su fe en Cristo. Pronto todas las iglesias del lugar  estaban cerradas. Quince cristianos se escondían en una casa para leer la Biblia y orar juntos, entre ellos  una joven de  15 años, la cual decía.  “Si ves situaciones difíciles, debes seguir adelante y no dejar a Dios por ningún motivo”
II. SEGUNDO, NEGAR A JESÚS, Y SU PENA.
II Timoteo 2:12. “Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará
Negaríamos nosotros al señor, nos preguntaríamos   Señor, “¿Seré yo?” , tal como Judas hizo esa pregunta en la Ultima Cena, cuando  traicionaría a Cristo. Y si como Pedro diríamos: “Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré”.
Algunos niegan a Cristo amargamente. Como incrédulos se pueden burlar  abiertamente. Otros lo niegan al unirse a iglesias falsas, a  congregaciones  que niegan Su deidad completa de Dios-hombre, y otras que lo niegan al decir que Él es un espíritu, no un hombre resucitado de carne y hueso, ascendido a la diestra de Dios. Otros lo niegan por quedarse callados. Cuando están con los incrédulos tienen temor de dar gracias a Dios por la comida antes de comer, por temor de que no les agrade a sus familiares y amistades incrédulas.  ¿Nos Describe esto  nosotros? Si es así, no te molestes, sino que escucha la palabra del Señor.   Escucha esto   – que no perecerás, aun si has negado a Cristo, si vienes ahora al Salvador y eres verdaderamente convertido, en corazón y alma. Pero si continúas negando a Cristo, ese terrible versículo  vendrá a perseguirte,
“Él también nos negará” (II Timoteo 2:12).
Un predicador siempre  hablaba claramente sobre sus creencias, pero, un día durante una persecución, él negó su fe. Años después  El sufrimiento en su lecho de muerte fue horrible. Decía  el moribundo  que aunque buscaba a Dios, el Señor estaba contra él. Él fue entregado a una terrible desesperación. A veces maldecía. Otras veces oraba. Pero murió sin esperanza. Hermanos  Si negamos a Cristo, nosotros mismos podremos ser entregados a tal terrible destino.
Perdamos cualquier cosa en vez de perder a Cristo. Es mejor que perdamos cualquier otra cosa que perder nuestras almas. Seamos como aquellos, que por su sufrimiento fueron capacitados a decir como el Apóstol Pablo, “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:7-8).
¡Que ese sea nuestro tema! ¡Que esa sea nuestra meta! ¡Que sea eso sea lo que busquemos en este nuevo año! Porque,
“Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará” (II Timoteo 2:12).
Un día, algunos de ustedes estarán de pie ante el Gran Trono Blanco. Cristo os dirá: “No os conozco.” Fuiste tentado por amigos a quedarte como estabas, en una condición inconversa. Negaste a Cristo por temor de lo que te costaría, o lo que sufrirías. Implorarás al Señor que te deje entrar al Cielo en ese día. Pero el Señor te dirá,
“Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:23).
“E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mateo 25:46).
Si esperas evitar el terrible calabozo del Infierno que quema con fuego y azufre, te ruego que clames a Jesús, “Señor, sálvame. ¡Señor, acógeme, guárdame, guárdame, guárdame! Ayúdame a sufrir contigo, pero no dejes que te niegue, para que no me niegues en aquel terrible día del juicio.” Que ese sea el clamor de tu corazón a Jesús esta mañana. Ven a Él y se lavado, limpiado por Su preciosa Sangre, derramada en la Cruz para limpiarte de pecado. ¡Qué vengas a Cristo esta mañana, en los primeros  días  de este año. ¡Qué comiences el año nuevo salvo por Él, convertido, eternamente seguro en Su gracia salvadora! Amén.